Tutivillus es un espacio virtual de enseñanza libre de historia (y de las disciplinas que le son afines y no tanto), creado para agitar, remover e inquietar nuestras memorias colectivas en este convulso siglo XXI. Un espacio cibercultural que descansa en la convicción de que los procesos de enseñanza-aprendizaje deben ser horizontales y circulares, es decir, dialógicos, experienciales y críticos; en la comprensión de la actividad educativa y el trabajo intelectual como disfrute, creatividad, empatía, crítica, cuerpo y trascendencia; y en la certeza de que “la memoria es antes que todo una función colectiva”.[1]Halbwachs, Maurice, Los marcos sociales de la memoria, Barcelona: Anthopos / Universidad de la Concepción de Chile / Universidad Central de Venezuela, 2004, p. 337. En este sentido, el espacio tutivilliano se define como:

1. Una cooperativa de saberes históricos, de sus menudencias y sus errores
En Tutivillus proyectamos nuestras ágoras y tarantelas como unidades autónomas, integradas por personas que establecen una relación de reciprocidad antropohistórica basada en la acción dialógica con el objetivo de estudiar, criticar, debatir, comparar, crear y compartir conocimientos y experiencias, a partir de la propuesta pedagógica del creador o los creadores de los planes de estudio.
En esta dinámica de colaboración, nos escindimos de la educación bancaria y domesticadora,[2]Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, México: Siglo XXI, 2005. y apostamos por explorar el sentido generador, concientizador y comunicativo de las personas.

2. Un semillero de desconcentración
Además de sus acepciones tradicionales, un semillero es «origen y principio de que nacen o se propagan algunas cosas». Por su parte, el verbo «desconcentrar» indica la pérdida de atención puesta en algo, pero también la acción de «repartir entre varios algo que está concentrado en un lugar o que es responsabilidad de una persona».[3]Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, 23ª ed. versión en línea, 2014, voces: «semillero» y «desconcentrar», disponible en https://www.rae.es/ ; última consulta: 6 de … Continue reading
En este sentido, combatiendo el conocimiento que se pretende único, legítimo y acabado, que está institucionalizado, normalizado y concentrado entre unos pocos, quienes lo convierten en poder verticalmente ejercido; Tutivillus quiere germinar como un espacio de propagación de ideas y sentires, capaz de inaugurar responsabilidades compartidas, construidas por la suma de voluntades individuales, en los ámbitos de los saberes vinculados con el pasado, con las memorias y con los presentes de los olvidos.

3. Un dispositivo ciberhistórico del saber hacer
En la sociedad informatizada se ha creado y creído el sofisma de que un click supone el acceso al conocimiento total. Aquí nos preguntamos: ¿no es ese conocimiento más parecido al del coleccionista, o al expuesto en los museos?, ¿a ese que expone pero no explica, que explica pero no duda, o que duda pero no argumenta? ¿O será una especie de bulimia informática: un atracón de datos engullidos sin esfuerzo y sin sentido, que finalmente se convierte en fábrica de angustias y confusiones?
En Tutivillus usamos los mecanismos informáticos como prótesis y ampliación de nuestros saberes y oficios (porque el estudio de lo humano no puede ser sino trabajo experiencial, antes que experimental), para articular ágoras, tarantelas y un refugio para quienes el proceso de titulación o la investigación histórica se ha convertido en un letargo latente.

Así, es en la práctica donde Tutivillus se convierte en agitación histórica, donde sucede el saber hacer, teniendo en cuenta que «son el anticuario o el coleccionista de antigüedades los que se ocupan “sólo del pasado”, rompiendo artificialmente una línea temporal que es esencialmente continua, línea que nos demuestra permanentemente que cualquier “presente” -y por ende, también cualquier “pasado”- no es más que una compleja articulación estratificada de distintos “pasados todavía presentes”».[4]Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Antimanual del Mal Historiador o cómo hacer hoy una buena historia crítica, México: Ediciones La Vasija, 2002, pp. 21-22.

Agitando los pasados, exploramos y compartimos saberes, habilidades y destrezas, que nos capacitan para formular proyectos ensayísticos, de investigación, de consultoría especializada, de creación artística, de mediación documental, o de lo que la imaginación imagine, desde la experiencia histórico-social del ciborg.

Hacer escuela sin serlo

Tutivillus. Espacio de Agitación Histórica no es una escuela, al menos no una escuela al uso. Son las fronteras (neo)barrocas de nuestros tiempos, marcadas por jeroglíficos culturales que dejan en suspenso los juicios entre universos y partículas [entre ser(es) y parecer(es)], lo que coloca al proyecto muy lejos -pero también muy cerca y muy junto- de un centro de aprendizaje en línea, conformado por profesores y estudiantes que asisten a cursos siguiendo temarios. En realidad, lo que define al espacio tutivilliano es nuestro habitar ahí, ahí-aquí, en el ciberespacio.

Las escuelas no se habitan, se ocupan: son lugares ocupados por personas depositadas ahí por otras personas, son lugares de confinamiento. Con pocas modificaciones, esos depósitos se multiplican en forma de prisiones de especialización profesional y/o encierros de investigación legítima, en donde el rendimiento silente, la (re)producción de saberes vinculados con la perpetuación de las relaciones de sumisión y la celebración continua de rituales de instrucción-institución-incubación, son actividades legalizadas con papeles y sellos varios que corresponden a escalafones cada vez más selectivos de grados académicos. La adquisición de tales legalizaciones escolares, empero, no siempre resulta directamente proporcional al nivel de educación de quien los presume. Esta es la escuela de la pedagogía neoliberal.

Sin embargo, concebir el acto de habitar como aquello que estructura lo que somos y lo que hacemos en Tutivillus, hace referencia a la morada, a la residencia, al lugar destinado para ser vivienda. Y es aquí cuando la etimología de «escuela», nos revela la paradoja de hacer escuela sin serlo. En la Grecia antigua, la voz skolastikós carecía de relación con la enseñanza o con el estudio pues el término hacía alusión al individuo alegre que vivía como le gustaba vivir. Y es que la raíz skolé de la que deriva el término, estuvo vinculada al esparcimiento, al ocio y al tiempo libre. Con el paso del tiempo, skolé comenzó a usarse para definir el lugar donde los niños aprendían, y más tarde, los latinos tomaron este mismo significado locativo en la palabra schola, de donde proviene nuestro vocablo actual escuela. Simplificando en demasía, para los habitantes tutivillianos skolé | schola equivale al gusto por el aprendizaje en colectividad, en asociación.

Los planes de estudio ofrecidos en Tutivillus son creados, diseñados e impartidos por profesores residentes en diversos lugares, lo que nos permite establecer redes de cooperación en el ámbito de la docencia y la investigación. Trabajamos con el sistema virtual de educación a distancia Moodle, donde cada uno de los profesores organizan los materiales y las actividades dispuestas en el plan de estudios. Además, periódicamente, el profesor o la profesora se reúne de manera ciberpresencial mediante videollamada con los estudiantes inscritos a las ágoras o a las tarantelas de su interés, para escudriñar el contenido de los materiales del aula virtual, que desde ahora llamaremos Semillero.

Por lo tanto, Tutivillus no vende cursos pregrabados ni certificados universitarios. Acá, hacemos clase, hacemos la clase, única e irrepetible, soportada en el trabajo individual del estudiante mediante el plan de estudios programado en nuestro Semillero, con sesiones en vivo en formato ciberpresencial que facilita el diálogo y la discusión crítica en colectivo durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los dispositivos digitales nos permiten construir un laboratorio de posibilidades, una isla de preguntas sobre el inmenso océano de respuestas que se mueven en las aguas de las historias que aun no hemos imaginado.

No es una escuela, es Tutivillus. Espacio de Agitación Histórica.

Referencias

Referencias
1 Halbwachs, Maurice, Los marcos sociales de la memoria, Barcelona: Anthopos / Universidad de la Concepción de Chile / Universidad Central de Venezuela, 2004, p. 337.
2 Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, México: Siglo XXI, 2005.
3 Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, 23ª ed. versión en línea, 2014, voces: «semillero» y «desconcentrar», disponible en https://www.rae.es/ ; última consulta: 6 de junio de 2021.
4 Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Antimanual del Mal Historiador o cómo hacer hoy una buena historia crítica, México: Ediciones La Vasija, 2002, pp. 21-22.
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