Semyazza, también conocido como Semihazah, Shemyazaz o Samjâzâ, es una figura prominente en el Libro de Enoc, un texto apócrifo de origen judío datado entre los siglos III y I a.C. Este personaje, descrito como el líder de los Grigori o «Vigilantes», un grupo de ángeles enviados a la Tierra para observar a la humanidad, desempeña un papel crucial en una narrativa de rebelión celestial que ha generado debates teológicos sobre su identidad y su posible conexión con Satanás y el diablo.
Semyazza en el Libro de Enoc
Según el Libro de Enoc (6:3), Semyazza era el jefe de un grupo de doscientos ángeles que, fascinados por la belleza de las hijas de los hombres, decidieron descender al Monte Hermón para unirse a ellas. Preocupado por las consecuencias de esta transgresión, Semyazza expresó su temor: «Temo que no queráis que tal acción llegue a ejecutarse y sea yo sólo quien pague por tamaño pecado». Sin embargo, sus compañeros lo tranquilizaron, jurando bajo anatema llevar a cabo el plan. Este pacto marcó el inicio de su caída, pues su unión con mujeres humanas dio lugar a los Nephilim, seres gigantescos que, según el texto (Enoc 7:2-5), trajeron violencia y corrupción a la Tierra.
Además de su pecado de lujuria, Semyazza y los Vigilantes enseñaron a los humanos conocimientos prohibidos, como artes mágicas y ciencias ocultas, lo que agravó la ira divina. En respuesta, Dios ordenó a los arcángeles castigarlos: los Nephilim fueron destruidos, y Semyazza, junto con sus seguidores, fue encadenado en el abismo hasta el día del juicio final (Enoc 10:11-16).
Satanás como Fiscal y la Identificación con Semyazza
En el contexto del judaísmo, particularmente en el Tanaj (Antiguo Testamento), «Satanás» no es necesariamente el adversario maligno de la teología cristiana posterior, sino un término que significa «opositor» o «adversario». En textos como Job 1:6-12, Satanás aparece como una figura celestial que actúa como fiscal, cuestionando la rectitud de los hombres ante Dios. Este rol de acusador ha llevado a algunos a especular sobre una posible conexión con Semyazza, dado que ambos son ángeles que desafían el orden divino.
Aunque el Libro de Enoc no identifica explícitamente a Semyazza con Satanás, ciertas interpretaciones cristianas han sugerido que podría ser otro nombre para el adversario primordial. Esta idea se basa en la noción de que ambos lideran rebeliones angelicales: Semyazza contra la prohibición de unirse a los humanos, y Satanás, en la tradición cristiana, contra la autoridad de Dios por orgullo (como se interpreta en pasajes como Isaías 14:12-15 o Apocalipsis 12). Sin embargo, el judaísmo ortodoxo rechaza esta equivalencia, considerando el Libro de Enoc como un texto seudoepigráfico1 sin autoridad canónica, y ve a Satanás como un agente divino, no como un rebelde.
Semyazza y el Diablo: ¿Una Conexión Teológica?
La relación de Semyazza con el diablo surge principalmente en la teología cristiana, donde el diablo (del griego «diábolos», calumniador) es la encarnación del mal, a menudo identificado con Satanás tras su caída. Algunos teólogos han propuesto que la figura de Semyazza en el Libro de Enoc podría ser una precursora o una variante del mito del diablo, especialmente por su papel como instigador de la corrupción humana. La enseñanza de conocimientos prohibidos por parte de los Vigilantes, liderados por Semyazza, recuerda las acciones atribuidas al diablo en Génesis 3, cuando la serpiente tienta a Eva con el fruto del conocimiento.
No obstante, hay diferencias clave. Mientras que el diablo, en la narrativa cristiana, actúa por oposición directa a Dios y es expulsado del cielo antes de la creación humana, Semyazza y los Vigilantes descienden voluntariamente por deseo carnal, no por un desafío explícito a la soberanía divina. Esto ha llevado a algunos estudiosos a teorizar que el Libro de Enoc presenta una rebelión distinta de la de Satanás, sugiriendo «dos caídas» angelicales: una por orgullo (Lucifer/Satanás) y otra por lujuria (Semyazza y los Grigori).
Conclusión
Semyazza, como figura central del Libro de Enoc, encarna la complejidad de las narrativas sobre los ángeles caídos. Aunque no hay evidencia directa en el texto que lo equipare con Satanás o el diablo, las similitudes en su oposición al orden divino y su influencia corruptora han alimentado especulaciones teológicas. En el judaísmo, Satanás permanece como un fiscal celestial, mientras que en el cristianismo, su fusión con el diablo como adversario cósmico ofrece un marco donde Semyazza podría ser visto como un reflejo o un eco de esa figura. Así, Semyazza no solo representa una historia de transgresión y castigo, sino también un puente entre las diversas concepciones del mal en las tradiciones abrahámicas.
NOTAS ACLARATORIAS
PRIMERA. El término seudoepigráfico proviene del griego pseudês («falso») y epigraphē («inscripción» o «título»), y significa literalmente «falsamente atribuido» o «escrito bajo un nombre falso». En el contexto literario y religioso, se refiere a textos que se atribuyen a una figura histórica o autorizada (como un profeta, patriarca o apóstol), pero que en realidad fueron escritos por otra persona, generalmente en una época posterior.
En relación con el artículo sobre Semyazza y el Libro de Enoc, se dice que este libro es seudoepigráfico porque, aunque lleva el nombre de Enoc (un personaje bíblico mencionado en Génesis 5:21-24 como bisabuelo de Noé), los estudiosos creen que no fue escrito por él, sino por autores anónimos entre los siglos III y I a.C. Estos escritores adoptaron el nombre de Enoc para darle autoridad y prestigio al texto, una práctica común en la antigüedad para transmitir enseñanzas religiosas, visiones apocalípticas o ideas teológicas.
Los textos seudoepigráficos, como el Libro de Enoc, suelen formar parte de lo que se conoce como literatura apócrifa o intertestamentaria, y aunque no son considerados canónicos por la mayoría de las tradiciones judías o cristianas oficiales, ofrecen una ventana valiosa a las creencias y cosmovisiones de la época en que fueron escritos.
SEGUNDA. La palabra diábolos proviene del griego antiguo diábolos (διάβολος), que significa literalmente calumniador, acusador o difamador. Está formada por la combinación de dia- («a través de» o «entre») y bállō («arrojar» o «lanzar»), lo que sugiere la idea de alguien que «arroja acusaciones» o «divide» al difamar.
En el contexto religioso, especialmente en el cristianismo, diábolos es el término que se traduce como “diablo» en las versiones griegas de la Biblia, como la Septuaginta y el Nuevo Testamento. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento (como en Juan 8:44 o Apocalipsis 12:9), se usa para referirse a Satanás, presentado como el adversario de Dios y la humanidad, un ser que acusa, tienta y engaña. Esta conexión con la calumnia refleja su papel como el que «habla falsamente» o «engaña», como se ve en la historia de la serpiente en Génesis 3, interpretada tradicionalmente como el diablo.
En el artículo sobre Semyazza, mencioné esta palabra para destacar cómo el concepto del diablo como «calumniador» podría vincularse teológicamente a figuras como Semyazza, aunque sus roles y acciones no sean idénticos.
Una colaboración de Ajolotes Nerds para Tutivillus.